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No hay que salir de casa para pasarlo bien. Jugar con tierra y agua es irresistible para los más chicos, así como hacerse responsables del postre para la cena o de empapelar una pared con dibujos hechos por ellos.

María Paz Carvajal. El Mercurio

No hay que salir de casa para pasarlo bien.


Jugar con tierra y agua es irresistible para los más chicos, así como hacerse responsables del postre para la cena o de empapelar una pared con dibujos hechos por ellos.

 


Habituados a los grandes panoramas, los niños están olvidando disfrutar de lo simple y de lo inventado por ellos mismos.

 

 

Ya asistieron a los talleres de verano, vieron todas las películas que querían, pasearon, se rieron y agotaron el presupuesto familiar.

Aún así, a los niños les queda todo febrero para estar en casa.

 

 

La sola posibilidad de tener que escuchar la temible expresión "¡estoy aburrido, qué hago!", hace que algunos padres asuman la tarea de buscar mil y una alternativas para que sus hijos se entretengan las 28 tardes del mes.

 

 

"Un fenómeno social nuevo -inexistente hace dos generaciones- es que los padres están asumiendo la responsabilidad de la entretención de sus hijos.

El problema con eso es que los niños están perdiendo la capacidad de entretenerse a sí mismos y eso es grave", comenta la sicóloga infanto-juvenil María Alicia Halcartegaray.

 

 

El hecho de que en una sociedad como la actual la diversión se haya vuelto un objeto de consumo, hace que la gente asuma que hay que pagar y salir de la casa para tenerla.

De ahí la necesidad de aprender a resignificar la casa como un lugar donde sí se puede pasar bien.

 

 

Por lo demás, dice la especialista, no hay que tenerle susto al aburrimiento.

""Los tontos se aburren", decían antiguamente las mamás.

Y es que cuando alguien se las ingenia para entretenerse activa una serie de operaciones.

Debe pensar qué le resulta interesante, qué es factible, buscar los medios y llevar a cabo el plan", explica.

 

 

Otra cosa es que los padres sean mediadores -no planificadores- del ocio de sus hijos, como una manera de prevenir que los niños no caigan todo el mes absortos frente al PC o la televisión.

Pero siempre invitando a que ellos propongan.

 

 

Proyectos personales como elaborar un jardín en la pieza o, familiares, como redecorar alguna parte de la casa, distraen y hacer pensar.

 

 

Más que entretener

 

 

Este período podría servir además para que los padres conversaran sobre las prioridades y objetivos que tienen como familia, opina la educadora María Ligia Astorga, directora de estudios de la Escuela de Pedagogía de la Universidad de Los Andes.

 

 

"¿Es nuestro propósito sólo que se entretengan? Entonces, hay que encender la TV y listo.

Sin embargo, también podría ser también la oportunidad de desarrollar otras cosas".

Por ejemplo, fomentar la vida familiar y, de paso, el aprendizaje de virtudes.

 

 

¿Cómo? Pidiéndole a los hijos que limpien la terraza para que cuando lleguen los padres hagan una cena especial, que cocinen una ensalada novedosa, que laven el auto o bañen al perro.

Y se ejercita la reciprocidad.

 

 

El segundo propósito, precisa la educadora, podría apuntar al desarrollo de la creatividad y las destrezas cognitivas.

Lógicamente, con situaciones simples.

 

 

Una opción es elegir una película de moda y, en vez de saciar el interés llevándolos de inmediato al cine, motivarlos a que inventen pasatiempos relacionados.

Podrían leer cada día un capítulo de "Las Crónicas de Narnia", ir imaginándose cómo sigue la historia, y, el fin de semana, finalmente ir a verla.

 

 

O después de arrendar "Robots", tentarlos a que busquen desechos en la casa y formen sus propios personajes.

 

 

Trabajar con las manos puede ser todavía más entretenido si es que un primer día la misión es preparar los materiales y, al siguiente, usarlos.

 

 

¿Sabía que se puede colorear palos de helado metiéndolos en un frasco, dejarlos con alcohol y agregar anilina para alimentos?

 

 

¿O que en internet se puede obtener la receta de la pasta de sal? (más barato y menos tóxico que la plasticina).

 

 

Internet es un aliado que también ofrece una amplio repertorio de sana entretención.

"Se pueden sacar juegos de ingenio matemáticos o trabalenguas para que cada día el niño resuelva uno.

Incluso, los hermanos mayores pueden terminar igual de entretenidos si se les encarga conseguir esa información".

 

 

Lo mismo ocurre con los experimentos científicos para niños, que siempre sorprenden si se les explica cuál es el fenómeno que se busca comprobar.

 

 

Y si tienen un jardín cerca, la construcción de un hormiguero podría dejarlos cautivados.

 

 

La educadora da las claves: "Seguir el camino de las hormigas, ver de donde salen y echar agua.

Si hay una reina, las obreras saldrán con sus huevos".

Esperar a que aparezca la reina (que es dos veces más grande) y en un frasco de mermelada con tierra, se introduce a la reina, las obreras y su tierra.

Finalmente, poner azúcar y agua...

en un día, se verán todos sus caminos.

 

 

 

 

 

PREESCOLARES

 

 

Retienen la atención por menos tiempo y les gusta operar más autónomamente, aunque de a poco van disfrutando de la socialización (amigos circunstanciales).

Les gusta ayudar en tareas de la casa, los juegos de roles, entre otros.

 

 

ENTRE LOS 6 Y 9 AÑOS

 

 

Se interesan por los juegos con normas y en valores como la justicia (juegos de salón).

Se les puede, además, entregar tareas de mayor responsabilidad, como ordenar la terraza o regar el jardín.

 

 

ENTRE LOS 10 Y 11 AÑOS

 

 

Les gusta desarrollar habilidades nuevas y los desafíos que necesiten razonamiento.

Requieren un grado mayor de libertad y socialización.

Juegos de estrategia, iniciar hobbies, reuniones con amigos.

Idea: que hagan compras del supermercado y juntarse con ellos allá.