Síguenos en

Cada nueva etapa trae expectativas. En general, luego de un año de trabajo, estudios, relaciones emocionales, conflictos, etc. el verano se presenta como una oportunidad de esperar que haya descanso y un quiebre con lo que se ha estado haciendo.

Ps. Verónica López P.

 

Cada nueva etapa trae expectativas.


En general, luego de un año de trabajo, estudios, relaciones emocionales, conflictos, etc.

el verano se presenta como una oportunidad de esperar que haya descanso y  un quiebre con lo que se ha estado haciendo.

Nadie espera el verano para continuar en lo mismo.

 

 

 

 

 

Todos tenemos expectativas de las que somos conscientes, como querer dormir más, compartir más con la familia, con los amigos, con la pareja etc.

Estas expectativas en ocasiones se conversan, y otras no.

Por lo tanto, a veces a quienes incluimos dentro de nuestras expectativas, no se han enterado de tal inclusión.

 

 

 

 

 

Por otro lado, existen expectativas de las que no somos conscientes, es decir que no están bajo nuestro conocimiento, pero que si se encuentran en nuestro comportamiento.

Una expectativa inconsciente por  ejemplo es esperar que en vacaciones la pareja asuma un rol diferente del cotidiano, o que los hijos sean quienes atiendan a los padres.

Aquí se presentan grandes dificultades porque al ser inconscientes muchas veces sólo comenzamos a sentir la incomodidad ocasionada por la frustración.

 

 

 

 

 

¿Cuántas veces usted se ha sentido "incómodo (a)" sin saber porqué? En general la ansiedad, la rabia, el enojo, la irritabilidad del ánimo se relacionan con la frustración.

La pregunta que hay que hacerse  es ¿qué aspecto nuestro es el que se ha visto frustrado, o qué aspecto no  está cumpliendo con lo que consciente o inconscientemente hemos esperado?

 

 

 

 

 

En general, nos acostumbramos al malestar sin detenernos a pensar qué está sucediendo, qué pasó para que mi ánimo cambiara, o qué ha pasado que no me siento bien.

El acostumbrarse al malestar muchas veces se relaciona con rasgos de personalidad donde las personas se acomodan a no sentirse bien, es más, dejan de sentirlo como una forma extraña del ánimo.

 

 

 

 

 

En vacaciones, todos esperamos cambiar la rutina, el que trabaja y se levanta temprano, esperará levantarse más tarde o continuar con el mismo horario, pero cambiando la actividad, por deporte, por ejemplo.

Los conflictos surgen cuando esperamos de los otros comportamientos o actitudes, que estaban dentro de nuestras expectativas, pero que nunca verbalizamos.

Tendemos a incluir a los otros en nuestras fantasías, dando por obvio que deben ser cumplidas.

 

 

 

 

 

Tendemos a no hablar lo que esperamos, a no enterarnos nosotros mismos lo que esperamos.

Esto significa que aún persiste gran parte de la fantasía infantil omnipotente de ser adivinados por mamá frente a una necesidad.

El problema es que en  el mundo adulto, no somos el único "bebé de mamá" para el otro.

El esposo no es la única preocupación de su mujer, como tampoco lo es su madre, etc.

 

 

 

 

 

El mundo adulto es más frustrante.

Quizás es positivo pensar en que durante las vacaciones van a pasar cosas buenas y malas, que nos vamos a enojar, pelear, estar en desacuerdo, etc.

Ante esta realidad, la alternativa es dar el espacio para que surjan estas emociones también.

 

 

 

 

 

Las vacaciones son una instancia más en la vida de las personas en que nos contactamos y nos relacionamos, por lo tanto es una fantasía pensar que por el verano los conflictos se alejan.