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La exigencia excesiva en los ámbitos académicos y cierta imagen exitista, que sobrevalora algunas características físicas como patrones únicos de belleza, pueden generar fuertes retracciones entre los adolescentes que se aíslan del mundo exterior, afirmó hoy la psicóloga Eva Rotenberg.

Quilmes Presente 2008

La exigencia excesiva en los ámbitos académicos y cierta imagen exitista, que sobrevalora algunas características físicas como patrones únicos de belleza, pueden generar fuertes retracciones entre los adolescentes que se aíslan del mundo exterior, afirmó hoy la psicóloga Eva Rotenberg.



Fundadora de la "Escuela para Padres" y docente en la Maestría en Psicoanálisis de la Universidad Kennedy, Rotenberg advirtió que este fenómeno, que en Japón se conoce como "hikikomori", cada vez es más frecuente entre los jóvenes argentinos, que se recluyen en sus habitaciones y pierden contacto con el exterior durante meses.



"La tendencia no sólo es a encerrarse sobre sí mismos -explicó la psicóloga a Télam-.

No se trata de chicos introvertidos, sino de adolescentes que se aíslan, se rehúsan a ir al colegio o eso es todo lo que hacen porque no salen, no tienen amigos".



El fenómeno conocido como "hikikomori" -inhibición, reclusión o aislamiento, en japonés-, es muy estudiado por psicólogos nipones que detectaron miles de casos entre adolescentes que son -o fueron-, estudiantes brillantes que no pudieron sobrellevar la exigencia impuesta desde la sociedad y desde sus familias.



El síntoma típico es el retiro silencioso de jóvenes que solían ser alegres, inteligentes y sociables a sus habitaciones, donde pueden permanecer meses, incluso años y que, en extremo, puede acabar con el suicidio.



En todos los casos, se trata de adolescentes de clases medias altas con acceso a la tecnología que se recluyen para ver televisión, navegar por Internet y dormir, y que tienen cierto fanatismo por los "juegos de rol", en los que canalizan la angustia que les producen sus propias inhibiciones.



Rotenberg advirtió que el "hikikomori" también preocupa a psicólogos argentinos que en los últimos años vieron incrementar las consultas sobre estos casos.



"Son chicos que sienten que no alcanzan la expectativas del medio social y familiar en el que viven, piensan que están «fallados« internamente, sufren un vacío interior que no pueden llenar", explicó la psicóloga.



Si bien los síntomas se asemejan a los que se manifiestan en un caso de "fobia social", Rotenberg señaló que el cuadro es más complejo y está vinculado a la sexualidad.



"La sexualidad durante la adolescencia es una verdadera eclosión, y no todos los jóvenes tienen los recursos internos que necesitan para acercarse al sexo opuesto", indicó.



A modo de ejemplo, comentó que uno de sus pacientes dejó de ir al colegio a los 15 años y se encerró en su habitación durante meses porque «no alcanzaba el siguiente nivel«, como pasa con los juegos de rol de Internet.



"¿Por qué sentía que no alcanzaba el siguiente nivel? Porque no se sentía capaz de estar con una chica", señaló.



Además de la introversión, "sentir que uno tiene pocos recursos internos, genera mucho rencor" que suele canalizarse en los juegos de rol donde "pasar al siguiente nivel" está asociado a situaciones violentas, como matar contrincantes, indicó Rotenberg.



"El hikikomori -detalló- es un cuadro con varios ingredientes: no saber manejar la propia sexualidad, no saber cómo desenvolverse en el mundo, miedo a la violencia social, fuerte influencia de los medios de comunicación y excesiva conexión a la red".



Autora del libro "Hijos difíciles-Padres desorientados.

Padres difíciles-Hijos desorientados", Rotenberg señaló que este tipo de cuadros son tratables con terapia y revelan conflictos familiares que no fueron registrados hasta la adolescencia, cuando se vuelven críticos.



La especialista manifestó que a esa edad la ilusión de crear un mundo de
fantasía en Internet en algunos casos es un juego, pero en otros puede volverse peligroso para ellos mismos.