"La rehabilitación bien hecha es costosa", advierte el psicólogo español que estuvo en Chile dictando charlas sobre el tema. Un monitor por cada dos adolescentes es el estándar que ocupan los centros que reciben a jóvenes infractores de ley en España.
"La rehabilitación bien hecha es costosa", advierte el psicólogo español que estuvo en Chile dictando charlas sobre el tema.
Un monitor por cada dos adolescentes es el estándar que ocupan los centros que reciben a jóvenes infractores de ley en España.
En Chile, esa relación es de doce jóvenes cada un educador, cifra que en centros como Tiempo Joven (en San Bernardo) se supera con creces, según funcionarios del Sename.
La razón de tal diferencia la entrega el psicólogo español Santiago Redondo: "Los centros españoles están bien dotados y con muchos profesores, porque la rehabilitación juvenil bien hecha es costosa".
Redondo es académico de Criminología Clínica en los estudios de Criminología y Política Criminal de la Universidad de Barcelona y estuvo en Chile invitado por la U.
de Las Américas.
En Santiago, Concepción y Viña del Mar, el psicólogo realizó charlas para explicar cómo debe ser el trabajo con adolescentes infractores de ley para lograr que un porcentaje importante de ellos no reincida: "Cuando se hacen buenos programas, se pueden lograr bajas en las tasas de reincidencia de 15 a 30 puntos, considerando tasas base del 60%", postula.
El psicólogo y académico explica que esos buenos programas deben conjugar intervenciones individuales que sean aplicadas por profesionales con formación especializada.
Cuatro ingredientes
Por eso, los tratamientos deben tener al menos cuatro "ingredientes" básicos: entrenamiento en las habilidades de la vida (como cumplir horarios, levantarse temprano o ducharse), confrontar con ellos las justificaciones que le dan a sus conductas delictivas para poder refutarlas, enseñarles a controlar la ira (para que sepan cuándo va a aparecer y puedan detener su avance) y tratar las recaídas enseñándoles a evitar aquellas situaciones que los ponen en riesgo de delinquir.
"También es necesario que quienes trabajan con estos jóvenes tengan conocimientos de psicología forense y criminal, que sepan aplicar programas y evaluar los resultados de su trabajo, y que tengan entrenamiento en comunicación, para que a través del diálogo, puedan manejar situaciones complejas".
¿Qué pasa en Chile? El panorama que describen los funcionarios del Sename es bien distinto al español.
"No podemos hablar de hacer rehabilitación cuando en una casa que es para 70 jóvenes tenemos a 108", dice Víctor Martínez, educador de trato directo del Centro Tiempo Joven, en San Bernardo, y representante de los funcionarios.
Martínez agrega que en junio, cuando entró en vigencia la nueva ley de responsabilidad penal adolescente, los educadores tuvieron que comenzar a encargarse del control conductual de los adolescentes, tarea que antes cumplía un gendarme, y dejar en segundo término su labor educativa, social y psicológica.
"Se ha cuestionado mucho nuestra capacidad para trabajar con estos chicos, pero acá el problema no es el recurso humano, sino que la sobrepoblación que no permite hacer un trabajo individual con los jóvenes".
La crítica surge porque en los centros del Sename trabajan personas que no tienen estudios profesionales ni técnicos, aunque sí experiencia para trabajar con adolescentes.
Más profesionales
Al respecto, Karina Zuchel, coordinadora del Departamento de Derechos y Responsabilidad Juvenil del Sename, explica que en la mayoría de los centros de régimen cerrado que tiene el servicio los educadores de día son profesionales, especialmente profesores, y los de noche no.
La excepción a esta regla son los centros de Arica, Iquique, San Joaquín, semicerrado femenino (ambos de Santiago) y el de Puerto Montt, donde hace tres semanas ocurrió el incendio en el que murieron diez jóvenes.
Ahí aún existen educadores de día que no son profesionales, aunque la idea en el Sename es que paulatinamente eso vaya cambiando.
"No se trata de despedir a quienes no tienen esos estudios, sino que de trasladarlos a otras funciones o que se reconviertan y puedan estar donde hagan otro trabajo".
Para el 2008, agrega, se proyecta sumar más profesionales a los centros.
Se trata de terapeutas ocupacionales, profesores de música, de deportes y psicopedagogas, que reforzarán la labor de profesores, psicólogos y asistentes sociales.
También existe la intención de cambiar el estándar: "Ahora es de un educador cada 14 niños.
Pero creemos que idealmente éste debe bajar a uno cada ocho".
Una labor que busca formar vínculos
"Antes, venían chicos que traían el estatus de "choros", pero para cuidarse, no para usarlo contra el otro.
Ahora están llegando chicos mucho más deteriorados, con cero control de impulsos y mucha violencia", comenta Andrea Carvajal, monitora de la Comunidad Terapéutica Los Morros, de la Fundación Paréntesis.
Ella puede hacer la comparación, porque lleva nueve años trabajando en la rehabilitación de drogas de adolescentes, tanto de aquellos que llegan voluntariamente a tratarse, como de los que son enviados por tribunales.
Para realizar este trabajo combinó sus estudios de técnico asistencial de menores con capacitación y, además, siguiendo la carrera de Sicología.
Se trata de una labor compleja, "que no se puede realizar sólo con intuición y buena voluntad", complementa Carolina Reyes, sicóloga del centro, en donde trabaja codo a codo junto a músicos, actores y profesionales de salud mental.
Ambas enfatizan que para ayudar a estos jóvenes a reinsertarse socialmente se requiere de una buena formación profesional, una vocación sólida, mucha paciencia y altas cuotas de creatividad.
Todo lo anterior al servicio de una filosofía clara acerca de lo que se quiere lograr: "Nosotros buscamos establecer un vínculo con los chiquillos, que nos permite tanto validarlos a ellos como personas, porque llegan pensando que no valen nada, y también establecer límites y normas", comenta Carolina Reyes.
También significa mucho trabajo en equipo, jornadas de reflexión y autocuidado.
"Nos enfrentamos día a día con realidades extremas, de mucho daño y dolor.
Y debemos cuidarlos a ellos y también a nosotros", dice la sicóloga.
Así logran mayor adherencia a los tratamientos, compromiso y participación de los adolescentes.
CAPACITACIÓN
281 millones 229 mil pesos se invirtieron este año en capacitar a 733 educadores y profesionales de centros cerrados del Sename.
"Los educadores deben tener formación profesional y entrenamiento.
No sirve sólo la intuición".
SANTIAGO REDONDO
Psicólogo español