Chicos de hasta 13 años han llegado a la Urgencia de la Clínica Alemana con intoxicación alcohólica. Un fenómeno que los especialistas advierten se debe detener. "Quería pasarlo bien, así que me puse a tomar copete.
Chicos de hasta 13 años han llegado a la Urgencia de la Clínica Alemana con intoxicación alcohólica.
Un fenómeno que los especialistas advierten se debe detener.
"Quería pasarlo bien, así que me puse a tomar copete.
Tomé un vaso y no pasó nada, dos y nada, tres y nada y así...
media botella de pisco en una hora y se me apagó la tele.
Desperté en un sofá y no me acordaba de nada", recuerda Rodrigo, ahora de 18 años, de la primera noche de carrete en la que tomó hasta quedar inconsciente o "borrarse".
Él tenía 15 años en esa fecha y aunque esa vez se asustó harto, le ha vuelto a pasar un par de veces más.
"Es netamente controlable, pero depende de cada uno.
La primera vez pasó porque no sabía tomar, la segunda porque tomé un trago que no conocía", se justifica y agrega: "Hay gente que lo busca, porque necesita emociones más intensas.
Y también por presión social, porque todos toman".
En esta respuesta, dicen quienes previenen y rehabilitan, está una de las explicaciones para una tendencia que les preocupa: "En el último tiempo estamos viendo un aumento del consumo asociado a la embriaguez para desconectarse, llegar a la inconciencia, que se les "apague la tele"", acota el doctor Daniel Martínez, psiquiatra experto en adicciones y presidente del grupo que estudia ese tema en la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía (Sonepsyn).
Lo normal
En Urgencias de la Clínica Alemana también observan esta tendencia con inquietud.
"Todos los fines de semana atendemos adolescentes, de 13 años en adelante, intoxicados con alcohol, hombres y también niñas", comenta el doctor José Giordano, médico jefe de ese servicio.
"Los adolescentes que llegan acá dicen haber ingerido cantidades más o menos sustantivas, desde seis piscolas para arriba".
Se trata de un consumo intenso y rápido, para embriagarse pronto.
Y otro aspecto que inquieta a los terapeutas es que entre los grupos de adolescentes se está formando la percepción de que ésa es la forma de tomar alcohol, lo que lleva a una validación del tema.
Juan, de 24 años y estudiante universitario, lo confirma: "Curado se pasa mejor, siempre.
Y el que no toma no es parte del grupo, mientras que el curado es bien visto", dice y luego agrega: "Pero no creo que esa tendencia que dicen los psicólogos sea cierta, porque siempre detrás de tomar está el pasarlo bien y cuando te borrái, lo pasái mal".
El doctor Martínez ha escuchado muchas veces ese argumento para explicar una embriaguez frecuente.
También que es para desconectarse de los problemas, porque es "la" forma que existe de beber y porque todos lo hacen.
Lorena Contreras, psicóloga de la Unidad de Apoyo Psicológico al Alumno de la UC, comenta que entre los universitarios también se lo ve como un paréntesis: "En una semana de responsabilidades, de exigencias, de competencia, ellos dicen que se merecen y tienen derecho a entrar en un estado en que se suspende la responsabilidad.
Y esa es la embriaguez total".
El tema, agrega, es que en la embriaguez no sólo es importante la cantidad de alcohol, sino también la vulnerabilidad personal.
"De un grupo grande que toma, hay uno más pequeño, aunque no despreciable, que seguirá haciéndolo cuando los demás pararon.
Son aquellos que pierden la capacidad de control".
Hay una vulnerabilidad genética, advierten, y también de carácter: "Las personalidades más evitativas, temerosas y fóbicas buscan en el alcohol el valor para atreverse o bajar la ansiedad".
Antes que pase eso, mejor poner atención.
En el caso de escolares, el doctor Giordano sugiere apelar a la sorpresa: "Esperarlos despiertos para ver en qué condiciones llegan de un carrete.
Cuando saben que los pueden estar esperando, recapacitan".
Si el problema se ha hecho frecuente, consultar con un experto en adicciones puede dar luces acerca de cómo enfrentar el tema: "Lo que uno hace es problematizar la conducta, en el sentido que, por ejemplo, ésta ya le está provocando dificultades con sus papás".
En el caso de los universitarios, agrega Lorena Contreras, lo más usual es que lleguen por su cuenta a consultar: "Generalmente lo hacen motivados por algún problema con la polola o el pololo, los amigos, el rendimiento, etc.
Ahí trabajamos la motivación con ellos".
Es fundamental, agrega, que encuentren una forma saludable que les dé la misma gratificación que el alcohol.
Daños del alcohol
Muerte de neuronas, hígado graso y altos riesgos de accidentes son las consecuencias más inmediatas de abusar del alcohol.
Un panorama nada alentador al que el psicólogo Julio Figueroa, director del Centro Oriente, de la Corporación La Esperanza, añade un efecto temido: "En un plazo corto tenemos jóvenes que comienzan a mostrar un patrón de alcoholismo".
Lagunas mentales y problemas conductuales, entre otros, estarían dando la alerta de este problema.
La alarma del psicólogo parece bastante extrema, pero él la basa en dos hechos: el primero es que los adolescentes están comenzando a beber cada vez a más temprana edad.
Y a que su sistema nervioso central aún está en formación cuando él comienza a explorar y abusar del alcohol.
Consumo
El 11,7% de los escolares de 8° a 4° medio declaró en la última encuesta del Conace que tomaba 5 o más vasos de alcohol en una salida de sábado por la noche.