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"En los últimos 50 años, lo que hemos hecho no ha cambiado el consumo de drogas de los adolescentes en Estados Unidos". Así de lapidario es el profesor Rodney Skager, psicólogo y profesor de la Escuela de Educación de la Universidad California, en Los Angeles, al analizar los efectos de las campañas de prevención de consumo de sustancias y alcohol en su país.

Pamela Elgueda T. El Mercurio 2008

El académico estadounidense Rodney Skager es claro: llegar a los adolescentes con este mensaje exige reconocer que ellos no ven sólo aspectos negativos en el consumo.

 

"En los últimos 50 años, lo que hemos hecho no ha cambiado el consumo de drogas de los adolescentes en Estados Unidos".

Así de lapidario es el profesor Rodney Skager, psicólogo y profesor de la Escuela de Educación de la Universidad California, en Los Angeles, al analizar los efectos de las campañas de prevención de consumo de sustancias y alcohol en su país.

 

 

Skager, investigador y especialista en prevención de consumo de alcohol y drogas, es el principal expositor del seminario "Consumo Problemático de Alcohol en Colegios", organizado por la Fundación Paréntesis y la U.

Central.

"Políticamente, no estamos reconociendo que hemos fracasado en la educación (contra el consumo) de las drogas", agrega el especialista, quien resalta que el gobierno de su país sigue recomendando aplicar técnicas "invasivas" en los colegios como usar tests de drogas.

Eso se explica, afirma Skager, porque en Estados Unidos "el tema de las drogas no es un tema de salud, sino que un problema de la justicia penal.

Y eso se refleja en los colegios".

-¿Por qué existe esa mirada en su país?

"La idea es que cuando castigas a alguien tendrá un efecto disuasivo sobre los otros.

Y hay evidencia científica reciente de que, como resultado de este tipo de políticas, aumentan las conductas oposicionistas".

"Por ejemplo, si se sabe que un atleta destacado consume drogas o alcohol es expulsado de la competencia deportiva.

La pregunta es si esa estrategia tiene un efecto positivo en los adolescentes.

O si, más bien, crea resentimiento, molestia, y facilita las oportunidades para que ellos sigan consumiendo.

-Por lo que usted dice, el efecto es el segundo.

"No hay evidencia científica de que este tipo de políticas tenga un efecto positivo.

Se sabe que al terminar la secundaria dos tercios de los estudiantes en EE.UU.

consume alcohol, unos toman dos vasos y otros abusan.

Pero nuestra política oficial es de tolerancia cero para todos.

"Por eso estoy en contra de las técnicas disuasivas, especialmente con los más jóvenes.

Lo que no significa que no debe haber consecuencias cuando ellos consumen drogas o alcohol.

-¿Cuál ha visto usted que es la mejor forma de enfrentar el consumo de drogas y alcohol?

"La única forma de abordar seriamente esto es tratando a los adolescentes con respeto.

-¿Qué significa eso?

Ahora sólo les damos información negativa.

Pero su experiencia les dice que hay aspectos positivos al involucrarse con alcohol y drogas.

Luego, tratarlos con respeto significa, en primer lugar, admitir esa posibilidad.

-¿Qué aspectos positivos?

"He hecho evaluaciones en toda California, desde 1996, para el Departamento de Justicia.

Y les preguntamos por qué los jóvenes de su edad consumen alcohol y drogas y les damos una lista de posibilidades.

Dos de las más frecuentemente respaldadas son: por curiosidad, para saber cómo se siente y para divertirse.

Si no podemos reconocer esto, no vamos a tener ninguna credibilidad ante ellos.

-¿Qué pasa con los aspectos negativos?

"Hemos encontrado adolescentes que creen que si un compañero llega a la inconsciencia por el alcohol pueden dejarlo dormir para que se recupere.

Y no sólo eso, no buscan ayuda porque saben que serán sancionados.

Entonces, hay que enseñarles cosas sencillas como que deben poner a ese amigo de costado, para que no se ahogue, y que deben buscar ayuda.

-¿Por qué ese aspecto negativo no lo rechazan como otras advertencias?

"Porque ven que de esa manera ayudan a sus amigos.

Esta información la incorporan así.

Una vez, un padre comentó que tenía un acuerdo con su hija cada vez que iba a fiestas: si ella había tomado más de la cuenta o quien manejaba lo había hecho, ella debía llamarlo a cualquier hora.

Las consecuencias por esta conducta se discuten al otro día.

-Los padres pueden sentir que esa actitud es dar permiso para beber más de la cuenta.

"Mi experiencia me dice que los adolescentes no piden permiso a sus padres ni esperan que estos se los den para consumir drogas o alcohol.

-¿Cómo se trabaja este tema con los colegios?

"Hay una estrategia llamada prácticas restaurativas, en la que los profesores, los padres del alumno y sus compañeros discuten la forma en que ellos se han visto afectados por la conducta de ese alumno.

Así, logramos que el adolescente tome conciencia de cómo afecta a otros, en vez de quedar en una posición de resentimiento, porque está siendo castigado.

-¿Y las consecuencias?

"Se le pregunta qué cosas pueden hacer ahora para componer los problemas que generó.

Y eso tiene que ser aceptable para el transgresor y para quienes se vieron afectados por su conducta.

Esto no es una experiencia fácil: es cansadora, emocionalmente muy fuerte, pero busca una respuesta positiva.

-¿Hay alguna experiencia destacable?

"En Nueva Zelandia, el sistema judicial de menores está basado en esta mirada en vez de la tolerancia cero.

En Canadá, Inglaterra, Escocia, Australia y también Estados Unidos, en Pennsylvannia específicamente, hay investigaciones académicas que muestran que las prácticas restaurativas cambian el clima de los colegios, generan confianza entre adultos y jóvenes.

Las cifras de conductas negativas bajan a la mitad después de dos años de instaurados estos procesos.

Pero esto demanda entrenamiento, formación y disposición de los colegios y profesores.

Y en Chile

El director de Fundación Paréntesis, el psicólogo Pablo Egenau, explica que la experiencia del profesor Rodney Skager es relevante, porque en Chile se están "implementando políticas que conducen al distanciamiento con los jóvenes".

"Estamos empecinados en "salvar" a nuestros hijos de las consecuencias negativas que estas conductas tienen, pero lo hacemos de manera estigmatizadora y represiva, castigadora y amenazante", afirma el especialista.

Por eso, dice, es fundamental tener en cuenta que los adolescentes manejan mucha información.

"Creemos que una actitud de participación, de inclusión y de escucharse mutuamente" hará que el mensaje preventivo llegue de mejor forma a los adolescentes.