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Nos parecía tan inverosímil que muchas personas todavía no damos crédito. Después de pasar una pandemia mundial en la que han fallecido millones de personas, una desgracia que nos sobrecogió, de un día para otro, después de esto, alguien decide que va a invadir Ucrania. Y que va a matar, destruir viviendas, obligar a que millones de familias emigren, a separar a mujeres de maridos e hijos porque ellos tienen que quedarse en su país para poder defenderlo. Defender la sinrazón. Una persona ha decidido que va a sembrar el odio, la muerte, la desgracia, la destrucción y la pobreza.

Patricia Ramírez 06 mar, 2022

 

Ansiedad, ira, impotencia y tristeza por Ucrania: cómo gestionar las emociones que sentimos

Así respondemos ante la desolación, la injusticia y la barbarie que se vive en Ucrania

 

Ansiedad, ira, impotencia y tristeza por Ucrania: cómo gestionar las emociones que sentimos

 

 

Nos parecía tan inverosímil que muchas personas todavía no damos crédito. Después de pasar una pandemia mundial en la que han fallecido millones de personas, una desgracia que nos sobrecogió, de un día para otro, después de esto, alguien decide que va a invadir Ucrania. Y que va a matar, destruir viviendas, obligar a que millones de familias emigren, a separar a mujeres de maridos e hijos porque ellos tienen que quedarse en su país para poder defenderlo. Defender la sinrazón. Una persona ha decidido que va a sembrar el odio, la muerte, la desgracia, la destrucción y la pobreza.

No damos crédito. El año pasado empezamos el año con el asalto al Capitolio por parte de una banda encabezada por un hombre con el pecho al descubierto y unos cuernos en la cabeza. Aquello nos pareció grotesco, ridículo, hasta irrisorio dependiendo de por dónde lo miraras. Pero el inicio de 2022 es desolador. Nuestra mente no está preparada para encajar decisiones de principios del siglo XX, cuando la razón se buscaba a través del conflicto bélico. Pensábamos que habíamos evolucionado, habíamos madurado, pensábamos que la humanidad estaba en comunión.

Cuatro son las emociones claves con las que las personas respondemos ante la desolación, la injusticia y la barbarie, independientemente de que estés siendo protagonista o espectador. Ansiedad, ira, tristeza e impotencia.

  • Ansiedad porque nos sentimos amenazados, aunque no nos toque directamente. Estamos en manos de personas desalmadas. Nos sentimos amenazados como personas, amenazadas nuestras vidas, nuestra libertad, nuestras ilusiones de paz.
  • Ira porque nuestra amígdala reacciona ante la percepción o vivencia de situaciones injustas. Todas las emociones tienen una función. La ira en este caso nos moviliza, nos impulsa a ayudar, a buscar soluciones. Muestra de ellos es el recorrido de miles de kilómetros que muchas familias están haciendo para ir a recoger a niños, familiares, desconocidos, para ayudarles a salir de Ucrania y salvarles la vida.
  • Tristeza, mucha tristeza. Es la reacción a nuestra enorme capacidad de empatía. Desde nuestros sillones vemos hospitales de niños, bebés en manos de sus madres en colas kilométricas para salir del país, edificios destruidos, muerte, exilio, injusticia. Reaccionamos con tristeza, desolación porque sufrimos solo de ver el sufrimiento ajeno. Nos ponemos en su lugar, ¿cómo sería nuestra vida ahora si tuviéramos que irnos con lo puesto y salir huyendo de tu trabajo, de tu familia, de tu casa, de tu vida, de tus sueños, de tu futuro? Es desolador. No solo nos entristecemos, también lloramos y nos bloqueamos.
  • Impotencia, ganas de querer hacer sin poder hacer. La impotencia nos empuja a buscar soluciones donde no las hay, nos invita a luchar por lo imposible, a manifestarnos, apoyar a sabiendas que puede ser en balde. La impotencia nos agota, pero también genera sentimiento de pertenencia.

A muchas personas la presencia de injusticias les genera problemas de autocontrol, entendido este como reacciones incómodas, emociones descontroladas, conductas apáticas, dejarse arrastrar. Sentimos un “total, para qué”. Tenemos ganas de bajarnos de este mundo.

 

Las consecuencias de la guerra para los protagonistas a nivel emocional son devastadoras. Desde la humillación, el miedo, la depresión, a los futuros trastornos de estrés postraumáticos. Una guerra nos pasa factura emocional a todos.

Si eres empático, sensible, seguramente sufras y reacciones ante esta guerra injusta donde las haya. ¿Qué puedes hacer para autorregularte?

  • Tomar partido y actuar en función de tus valores. Sé protagonista en aquello que puedas hacer. No mires la guerra pasar. Comprométete de la manera que sea con alguna asociación, ong, causa con la que te identifiques y que vaya alineada con tus valores. Todo podemos poner de nuestra parte, dando dinero para ayudar, llevando alimentos, medicamentos y utensilios que puedan ayudar a los que están sufriendo en Ucrania. Incluso acogiendo en nuestros hogares y empresas a refugiados.
  • Aceptar que la vida tiene una parte injusta que no podemos manejar, solucionar, en la que por desgracia no podemos intervenir. Es así, no hay más. Estar dando vuelta a pensamientos sobre la guerra, sobre un futuro desolador, sobre la posibilidad de que estalle la tercer aguerra mundial, solo va a hacerte sufrir más sin que puedes intervenir en nada. Deja de enredarte con esos pensamientos. Focaliza tu atención en tu presente, tu trabajo, tu familia, tus aficiones, amigos, tu vida.
  • Regular tus emociones en momentos de crisis y sensibilidad como el que estamos viviendo ahora. Prueba a meditar, hacer ejercicio, manualidades, leer, escuchar música… Todos tenemos formas de hacernos sentir mejor. Dejarte arrastrar por la apatía y abandonar tus rutinas saludables y relajantes solo incrementará tu malestar.
  • Regular la información que consumes. No se trata de negar la realidad, pero no puedes estar todo el día enganchado a las noticias que hablan de lo mismo. Con tanta tecnología, redes sociales y medios de comunicación a veces estamos “infoxicados”.
  • No conviertas el tema de la guerra en el monotema. Es importante compartir con nuestros hijos la realidad que están viviendo, hablar y educar en valores, pero no se puede solo hablar de este tema, porque terminaremos con un estado de ánimo muy bajo. Dedica un tiempo a ponerte al día, pero trata de compaginar el tema guerra con la vida cotidiana y los momentos bonitos de los que podemos seguir disfrutando.

Queridos y queridas, todos merecemos una buena vida, una vida con valores, una vida serena, de disfrute, con sus problemas y sus alegrías. Que nadie te haga creer en lo contrario