Según los expertos, las compañías no pueden quedarse con los brazos cruzados frente a casos de ansiedad, depresión y agotamiento de sus colaboradores. En febrero del 2020, cuando empezó la pandemia y muchas empresas dejaron de operar por el aislamiento, se generaron traumatismos en el personal por la incertidumbre sobre el futuro y el encierro impuesto. (Los riesgos de los empleados que más les cuestan a empresas).
En febrero del 2020, cuando empezó la pandemia y muchas empresas dejaron de operar por el aislamiento, se generaron traumatismos en el personal por la incertidumbre sobre el futuro y el encierro impuesto.
(Los riesgos de los empleados que más les cuestan a empresas).
En muchos casos afloraron problemáticas emocionales que venían de tiempo atrás y, en otros, surgieron trastornos de ansiedad y agotamiento.Por igual, todos han impactado la productividad y el buen clima laboral incluso ahora que se retoman las actividades presenciales.
La firma Aon, especializada en servicios profesionales, en su estudio ‘Tendencias Globales de Bienestar’, afirma que el 42% de los empleados ha mermado su salud mental desde que empezó la crisis sanitaria. Y revela que el 28%de los encuestados manifiesta dificultad para concentrarse en el trabajo y que hoy, a la fuerza laboral le toma un 20% más de tiempo completar sus tareas diarias.
Así mismo, 70% de las empresas tienen programas asociados a la dimensión de salud física, 67% a la emocional, 65% a la social y 54% a los aspectos financieros. “Al analizar los casos de enfermedad, causas del ausentismo y/o un accidente laboral, hay aspectos fuera de la dimensión física que han sido gestionados inadecuadamente que impacta la salud del colaborador.Identificamos cinco dimensiones: física, social, mental, financiera y laboral.
(Salario emocional: cada vez más importante para los trabajadores).
Estas se encuentran interconectadas y deben ser tratadas de manera integral por parte de las organizaciones dentro de los planes de prevención y promoción de la salud y el bienestar”, explica María del Pilar Manzanera, vicepresidente de Wellbeing para la región Andina de Aon.
Para la experta, una mala gestión financiera, producto de deudas o gastos, evidencia preocupaciones personales y familiares que repercuten en dificultades para relacionarse con otros y conflictos en la casa y en el trabajo. También puede conducir a desórdenes alimenticios, malos hábitos de sueño o trastornos como la ansiedad, depresión o burnout (síndrome del trabajador quemado), con consecuencias directas en el rendimiento.
“Estos resultados, que son solo la punta del iceberg, reflejan que es necesario replantear las estrategias a corto, mediano y largo plazo fomentando la adherencia de nuevos hábitos saludables que integren diferentes intervenciones desde las dimensiones del ser humano”, explica.
(Cuánto se pierde al año por pago de incapacidades médicas).
Para Adriana Solano Luque, presidenta ejecutiva del Consejo Colombiano de Seguridad (CCS), el abordaje de los factores psicosociales en los lugares de trabajo es un desafío urgente para la Seguridad y la Salud en el Trabajo (SST), porque si bien la pandemia dejó secuelas, hoy existen otras amenazas contra la salud mental: desigualdad, conflictos prolongados, recesiones económicas, polarización social, violencia, emergencias humanitarias generalizadas y el cambio climático.
“Cuando un trabajador padece algún trastorno crisis se afectan sus procesos de atención, percepción, memoria, pensamiento y aprendizaje, lo cual lo hace susceptible a cometer errores o descuidos en contra de la productividad”, señala.
Por lo anterior, estos problemas de salud se pueden traducir en pérdidas de productividad, incumplimiento de objetivos, absentismo (ausencia o abandono del puesto de trabajo y de los deberes), presentismo (‘calentar’ silla), accidentalidad y otros impactos más intangibles, pero importantes, como un estado de ánimo negativo entre los empleados y una reputación desfavorable.
Al respecto,la OMS ha señalado que las consecuencias económicas de los trastornos mentales son enormes y suelen superar con creces los costos de la atención de salud. “Lo grave –dice Solano–, es que pese al diagnóstico los casos están desatendidos.
En ese sentido, hago un llamado a las organizaciones para que incluyan la salud mental dentro de sus prioridades en gestión de la SST”. Retomar el rumbo Juan David Restrepo, CEO de Helicol, empresa del sector aéreo, advierte que desde antes de la pandemia la compañía se había preocupado por la salud mental de un personal que abarca pilotos, técnicos y controladores, así como funcionarios del área administrativa y de servicio al cliente, y lo ha hecho desde sus procesos de aseguramiento, controles y revisiones periódicas con uso de herramientas como las entrevistas de riesgo psicosocial. “Identificamos que la comunicación era fundamental, más cuando no estábamos juntos.
A través de varias estrategias mantuvimos la cultura organizacional y lo primero fue crear espacios de interacción con los colaboradores, estar más atentos de ellos y, sobre todo, de sus sentires en cambios tan inesperados. En el proceso de reactivación, hemos desarrollado diferentes campañas de motivación y compañerismo, que nos ha permitido reconocernos, acercarnos de nuevo y, especialmente, retomar”, explica.
Por su parte, la firma de consultoría en comunicación Monodual le ha puesto la lupa a las condiciones emocionales de sus 45 empleados, que trabajan en forma remota. Su director asociado, Jhan Rivera, sostiene que “el área de recursos humanos diseñó un modelo de bienestar que se inicia con un ‘monitor’, y semanalmente a todos se les llama y encuesta para identificar, entre otras cosas, el estado de la salud mental. Las mediciones hechas hasta ahora arrojan que solo dos personas en un momento presentaron estrés por problemas personales o de su entorno familiar y por cargas laborales.
El paso siguiente fue reducir la carga y brindar apoyo psicológico”. Paola de la Cuesta, directora de la IPS Salud Sura,explica por su parte que la entidad acompaña de forma integral a las empresas desde vertical de talento humano,identificando las necesidades e incertidumbres particulares.
Ofrece herramientas para reconocer factores de riesgo psicosocial y desafíos como los trastornos mentales, consumo de alcohol o drogas, problemas de sueño o cansancio, entre otros, que afectan el desempeño laboral.
El acompañamiento no es desde la intervención y la gestión del riesgo, sino desde la promoción y la prevención, así como desde el empoderamiento de las empresas para así gestionar la salud mental de sus empleados.
“Es importante favorecer en las empresas prácticas organizacionales a través del talento humano y que los líderes dispongan y promuevan espacios para implementar prácticas saludables. También deben acompañar desde los primeros auxilios psicológicos y tener claras las rutas de atención para los eventos agudos”, concluye.
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