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Así como el niño elabora sus frustraciones en la inagotable repetición de sus juegos, el adulto utiliza su tiempo libre para dar rienda suelta a su imaginación pudiendo así no sólo elaborar las frustraciones "anuales" sino también haciendo creativo ese tiempo para recuperarse a sí mismo y a sus vínculos afectivos más preciados.

Gonzalo Casino, Carmen Morán e Iris Perla Pugliese

(Extractado de Gonzalo Casino, Carmen Morán e Iris Perla Pugliese, desde la red, por el equipo de Psikis.cl para las Vacaciones 2003 Chile)

 

¿Podemos Relacionarlas con el Sueño? 

 

 

A) Sueño

 

Está comprobado que el dormir es imprescindible en todas las especies de la vida animal.

 

En el hombre, las horas de sueño deben superar un mínimo de 4 ó 5 horas cada 24 horas porque de lo contrario aparecerán síntomas por déficit desueño (por ej.: stress), siendo lo ideal para un adulto llegar a dormir 8 horas diarias.

 

El organismo humano tiene una actividad que no es constante a lo largo del día, llamándose "ritmo circadiano o nictameral" a esta alternancia del sueño y la vigilia compatibles con la vida.

 

 

Durante las horas de vigilia hay una activación psicosomática, mientas que durante las horas del sueño hay una desactivación que permite el reposo.

El sueño tiene una capacidad reparadora a lo largo de las 5 fases por las que atraviesa, tanto de las reservas energéticas vinculadas con la fatiga muscular como con aquellas de la fatiga mental.

 

 

B) Vacaciones

 

 

En los últimos años, y en particular el habitante de los conglomerados urbanos, parecería otorgarle más importancia al período de descanso anual, o sea al de las vacaciones, que al descanso nocturno.

 

Cabe entonces preguntarse si las mismas responden a una necesidad biológica o psicológica.

 

Y no cabe duda de que las vacaciones constituyen necesidades psicosociales.

 

Analicemos el término "vacaciones".

Deriva del Latín vacatio-tionis que significa "suspensión de los negocios o trabajos por algún tiempo. Tiempo que dura la cesación del trabajo.

Acción de vacar un empleo o cargo.

 

Dado su origen en las sociedades industriales del siglo XX, constituyen un fenómeno de tipo socio-económico.

 

El mismo tiene que ver con las vacaciones pagadas anualmente, el progreso en los medios de transporte; el acelerado proceso de deterioro de las condiciones de vida en las grandes urbes (contaminación ambiental, el ruido, etc.); el endurecimiento de las condiciones de trabajo; la exigencia cada vez mayor de incrementar los bienes de consumo que obligan al hombre a multiplicar sus esfuerzos en aras de obtener más recursos, etc.

Por lo tanto, tenemos que pensar que las vacaciones son una necesidad creada e impuesta por la sociedad que ha generado además a la industria turística alrededor de la misma.

 

Aceptando ya como un hecho ineludible la casi equiparación de esta "necesidad" sociológica de vacacionar con las otras de tipo psicobiológico como la de dormir, habrá que resignificar la importancia del tiempo del ocio en el ser humano como aquel que más se parece al juego en el niño.

 

Así como el niño elabora sus frustraciones en la inagotable repetición de sus juegos, el adulto utiliza su tiempo libre para dar rienda suelta a su imaginación pudiendo así no sólo elaborar las frustraciones "anuales" sino también haciendo creativo ese tiempo para recuperarse a sí mismo y a sus vínculos afectivos más preciados.

 

Es en el tiempo libre que el ser humano elabora proyectos que tienen que ver con el sentido que quiere dar a su vida; descansa y sueña con las utopías que intentará atrapar a lo largo del año en un afán de materializar sus deseos...Y al cabo de las mismas volverá y "se ganará el pan con el sudor de su frente".

 

Estudios sobre el Tema.

Algunos Consejos.

 

El estudio de cómo adaptar las vacaciones a las personas ha merecido muy poca atención.

Como no sea por algunas encuestas no siempre fiables y algún estudio perdido, poco o nada "científico" sabemos sobre qué tipo de vacaciones necesitamos y cómo potenciar los beneficios del ocio.

 

Si faltan estudios de esta clase es porque quizá sobreentendemos que las vacaciones deben escapar a toda norma y que están ahí para que cada cual haga lo que le plazca.

Ciertamente cada tipo de persona necesita un tipo de vacaciones distinto y lo mejor para averiguarlo es dejar volar la imaginación, según aconseja el psicólogo especializado en el tratamiento del estrés Howard I. Glazer. Asimismo, recomienda elegir las vacaciones de acuerdo con la cantidad de estrés que ocasiona el trabajo: relajantes para quien trabaja mucho y estimulantes para quien tiene una ocupación rutinaria.

A los padres les recuerda que pueden tomarse unos días de vacaciones sin los hijos y que esto es beneficioso para unos y otros.

Parejas: Glazer advierte que si viajan juntos no estén siempre pegados y que pasen algún tiempo solos, pues es un error pensar que estar todo el tiempo juntos es bueno para mejorar la intimidad de la relación.

Cuestiones económicas aparte, la rutina y el estrés son quizá las dos principales quejas de cualquier persona que trabaja y son, por tanto, los dos grandes fantasmas que hay que espantar en vacaciones.

Entre los ejecutivos, que gastan fama de ser los más estresados, el 97% de las mujeres y el 89% de los hombres aseguran que "las vacaciones son necesarias para evitar quemarse", según se refleja en el estudio "Tiempo libre: La psicología de las vacaciones", realizado en Estados Unidos por Glazer para la empresa turística Hyatt con 500 ejecutivos de ambos sexos.

Otras respuestas apuntadas en este estudio son que "las vacaciones les recargan psicológicamente" (91% de las mujeres frente al 81% de los hombres) y que les "mejoran su visión de la vida" (84% de las mujeres frente al 74% de los hombres) y "mejoran la creatividad".

La vida sexual también mejora notablemente durante las vacaciones, según reconocen el 62% de los hombres y el 58% de las mujeres.

Sorprendentemente, son más los hombres que las mujeres los que expresan su preferencia por disfrutar unas vacaciones dedicadas a la familia (51% frente al 41%). Y son las mujeres (57% frente al 47%) quienes preferentemente se inclinan por las llamadas vacaciones de salud, ya sea en balnearios o en los modernos hoteles expresamente dedicados al cuidado de la salud.

Un punto en el que prácticamente todo el mundo está de acuerdo es que las verdaderas vacaciones, las más saludables, comportan un cambio de escenario, es decir, un abandono del hogar para olvidarse mejor de todos los problemas cotidianos.

Sea cual sea la opción, Glazer recomienda tomarse las vacaciones tan en serio como la más importante reunión de trabajo.

El estudio de los ritmos biológicos pone en cuestión el modelo actual de vacaciones

El modelo actual con ciclos cortos de descanso semanal y otro más largo durante el verano se ha ido imponiendo sobre la marcha, atendiendo sólo a factores religiosos, culturales o económicos, pero sin tener en cuenta los requerimientos de orden fisiológico o psicológico.

"El objetivo del descanso y de las vacaciones debería ser el proporcionar las condiciones adecuadas que permitieran al individuo restablecer una condición psicofisiológica óptima, después del periodo de trabajo", afirman los investigadores Gabino González y María Valladolid, del Museo Nacional de Ciencias Naturales, donde abordan el estudio científico de las vacaciones desde la perspectiva de la cronobiología.

Aunque nadie pone en duda la necesidad de tomar vacaciones, lo que ya no está tan claro es su duración idónea. "No hay ninguna certeza de que se obtenga mayor beneficio con un descanso de un mes de duración, ni de que sea mejor tomarlo de una vez.

Todavía es difícil responder a todas estas cuestiones, y más cuando es necesario tener en cuenta la diversidad de los distintos tipos de trabajo que se realizan, junto con las variaciones de un individuo a otro, incluidas las influencias del sexo y la edad", aseguran González y Valladolid.

Algunos expertos opinan que en general con menos de un mes basta. "Quince días de vacaciones son en general suficientes para recuperarse y reemperender el trabajo", afirma el especialista en medicina del trabajo Noël Kaufman.

Otros, como el psicólogo estadounidense Howard I. Glazer, opinan que lo mejor es repartir las vacaciones en varios periodos cortos y uno o dos más largos.

Otra cuestión que se plantea es si lo más razonable es coger vacaciones en febrero, que es el mes de descanso de buena parte de la Administración y de muchas empresas, pero también "cuando la actividad metabólica y la resistencia del organismo están en su máximo, mientras que realizamos el trabajo más intenso en invierno, cuando la sincronización estacional coloca al organismo en su nivel metabólico mínimo y aparece un máximo de mortalidad y morbilidad", según apuntan González y Valladolid.

Aunque la capacidad de adaptación del ser humana es muy notable, los cronobiólogos advierten que ir en contra de los ritmos naturales puede ser perjudicial.

"En el mejor de los casos", dicen González y Valladolid, "el beneficio esperado puede reducirse; en el peor pueden aparecer desórdenes, quizá no como la aparición de enfermedades específicas, sino más bien bajo el aspecto de un envejecimiento prematuro de ciertos tejidos, debido a una fatiga persistente, o como una anormalidad en los sistemas bioquímicos, que son llevados en direcciones diferentes, al existir un conflicto entre los ritmos biológicos y las restricciones existentes, impuestas por manipulaciones no apropiadas de los factores socioecológicos." Los expertos recomiendan que los niños no pierdan el hábito de trabajo adquirido durante el curso

Los niños son máquinas de aprender, lo hacen en todo momento, absorben conocimientos como esponjas, aseguran los expertos.

Da igual que estén en la playa o en el colegio.

En realidad, ésa es sólo una diferencia entre las vacaciones y el curso escolar: el espacio donde aprenden.

Y así como a la escuela se le puede sacar todo el jugo, también es posible hacer las vacaciones más provechosas sin que se note.

Sólo hay que cambiar la forma de aprender.

Romper los rígidos horarios y la rutina invernal y organizar un calendario libre y flexible para seguir aprendiendo de una forma placentera.

La profesora de Psicología de la Educación de la Universidad Autónoma de Barcelona Clara Mir lanza a los niños un sencillo reto: que sean ellos mismos los que gestionen su tiempo libre. Y aconseja a los padres que no tengan miedo a transgredir la libertad de que gozan los niños en vacaciones "porque el verano es un maravilloso momento para seguir aprendiendo de otra forma".

Desde un punto de vista más académico, es importante, dice Mir, respetar la decisión de los maestros si sugieren que el chico debe afianzar en verano los conocimientos adquiridos durante el curso.

Cuando hay que repasar aquellas materias en las que se flojea, el niño deberá organizarse y contar con la ayuda de familiares, de sus hermanos, por ejemplo.

siempre estudiar de tal forma "que no se sienta de nuevo la sensación de fracaso que hayan podido tener durante el curso", ni de imposición o castigo.

El catedrático de Teoría de la Educación de la Universidad de Málaga, José Manuel Esteve, también opina que a los niños "hay que inculcarles un cierto sentido del esfuerzo" y, si las circunstancias durante el curso les obligan a repasar en verano, sugiere: organizarse bien, elegir un mismo sitio y una misma hora para que el niño se acostumbre a esa nueva rutina y el tiempo dedicado al estudio sea más provechoso y contar con la ayuda de los padres para estas tareas siempre que sea posible, porque de esta forma estarán inculcando a sus hijos, al tiempo que aprenden, un preciado conocimiento: los valores.

Valores, comportamientos, actitudes.

Estos conceptos dan la clave de la segunda opción de aprendizaje veraniego: la dirigida a los alumnos que han ido bien en el curso.

En estos casos, los expertos aconsejan el descanso, por supuesto, pero ¿en qué consiste ese descanso? No, desde luego, en convertir las vacaciones en un verano comatoso.

"Las actividades intelectuales, artísticas, no son sólo patrimonio de la escuela.

Se pueden hacer viajes, visitar museos y hacer que todo eso derive en enseñanzas agradables", recomienda Clara Mir.

Y lo que es más importante: que el niño se sumerja en el entorno social, histórico, geográfico que le rodea durante las vacaciones.

"Si van a un pueblo, conocer a sus gentes, interesarse por cómo y de qué viven".

Esta fuente de conocimientos es, para Mir, tan importante como la académica.

Ana Leonor Teberosqui, directora del departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Barcelona, ofrece otra recomendación: "Los padres deben tratar de convertir la actividad intelectual en parte de la vida cotidiana, no dedicarse en exclusiva a contenidos concretos", sino enseñar a los chicos a que extraigan de la vida cotidiana todas las enseñanzas posibles.

Las vacaciones pueden ser bien distintas en cada casa.

En algunos hogares, padres e hijos deberán hacer compatible el periodo de descanso de ambos, compartiendo las tareas domésticas. Cuando los padres trabajan en verano,

Clara Mir opina que los niños deben también colaborar en ese quehacer. "Los niños no deben abandonar durante el verano los hábitos fundamentales y pueden cooperar con las responsabilidades familiares".

Gozar de tiempo libre, sí, pero "organizar esa libertad para que todos se hagan la vida más agradable", explica Mir.

Los expertos consultados coinciden en que tan importante como el descanso es no perder el hábito de trabajo y la responsabilidad del esfuerzo adquirida durante el curso.

Gonzalo Cabello, psicólogo y orientador escolar en el colegio Calasancio de Madrid recomienda lectura, mucha lectura.

En eso coinciden todos.

"La 
lectura no es un trabajo escolar, es un trabajo de la vida, es aprendizaje", y, por tanto, también ideal para el verano.

"Pero la lectura no tiene por qué ser un acto solitario, puede ser comentada, como cuando se ve una película".

Socializar a través de la lectura.

"Los adultos deben 
ayudarles a comprender el texto, debatir con ellos, escribir sobre lo que se ha leído".

Sobre las horas que hay que dedicar a estas tareas, tanto a la lectura como a los contenidos académicos, no hay más receta que el sentido común:

"Los niños también se saturan si juegan 12 horas al fútbol", señala el catedrático José Manuel Estevez