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En las vacaciones se produce una función compensatoria de los adultos mayores. Si, por ejemplo, fueron muy severos con sus hijos o no los escucharon suficiente, intentarán reparar esa carencia a través de los nietos.

MÓNICA CUEVAS URÍZAR

 

En las vacaciones se produce una función compensatoria de los adultos

 

 

      mayores.

Si, por ejemplo, fueron muy severos con sus hijos o no los

 

 

      escucharon suficiente, intentarán reparar esa carencia a través de los

 

 

      nietos.
 

 

 

      Las vacaciones en choclón son una instancia óptima para fortalecer

 

 

      vínculos.

Pero exigen una buena dosis de capacidad de adaptación y

 

 

      tolerancia.

 

 

      Quedan poco más de diez días para que terminen las correrías de fin de

 

 

      año, y el veraneo se convierta en la primera prioridad.

A esas alturas

 

 

      muchos adultos mayores habrán recibido invitaciones de hijos o sobrinos a

 

 

      sumarse al choclón familiar para el descanso estival, una instancia de

 

 

      distensión y agrado que, no obstante, acarrea desafíos, porque implica la

 

 

      convivencia con distintas generaciones, una intensificación en las

 

 

      relaciones familiares y cambios en las rutinas.

 

 

      Para la sicóloga Paulina Readi, el adulto mayor debe plantearse varias

 

 

      preguntas antes de adherir a un panorama de veraneo familiar.

Muchos son

 

 

      abuelos de tiempo completo durante el año y quisieran en las vacaciones

 

 

      desvincularse del cuidado de los nietos y tener espacios personales con

 

 

      una amiga, un grupo de viajes para la tercera edad, o participando en

 

 

      algún taller de verano, explica.

No obstante, no siempre lo dicen, y en

 

 

      muchos casos incluso asumen nuevas responsabilidades, como quedarse

 

 

      cuidando una mascota, mientras los hijos se van de vacaciones.

 

 

      Evaluar si el verdadero deseo es formar parte del panorama conjunto es

 

 

      clave.

De ser así, es importante tener en consideración algunos aspectos

 

 

      prácticos.

El sicogeriatra Jorge Calderón destaca que, dado que los

 

 

      adultos mayores no tienen la misma agilidad que las generaciones más

 

 

      jóvenes - y que en algunos casos presentan limitaciones físicas o

 

 

      patolo-gías- , es importante que consulten por las condiciones de acceso

 

 

      al lugar donde pasarán las vacaciones y las posibilidades de recurrir a un

 

 

      servicio médico en caso de presentarse una emergencia.

 

 

      Otros aspectos importantes tienen que ver con las rutinas de cada día, que

 

 

      se trastocan con la distensión veraniega.

A lo largo de la vida se

 

 

      acumulan rutinas que con la edad son más difíciles de transgredir, como

 

 

      los horarios para levantarse o acostarse, o los de las comidas; en este

 

 

      sentido tiene que haber flexibilidad tanto del adulto mayor como de la

 

 

      familia, dice Calderón.

 

 

      El primero deberá entender que probablemente no podrá esperar compañía si

 

 

      se levanta muy temprano, menos aún de los nietos que carretean hasta la

 

 

      hora del queso.

Asimismo, la familia no debería exigir al adulto mayor que

 

 

      almuerce a las cuatro de la tarde, lo que en el caso de los diabéticos,

 

 

      por ejemplo, sería francamente perjudicial.

Por eso, como parte de los

 

 

      preparativos de las vacaciones se deberían conversar con los hijos estos

 

 

      aspectos y considerar rangos horarios o alternativas.

 

 

      Pan o galletas

 

 

      La flexibilidad, la tolerancia y la capacidad de adaptación - sin pasarse

 

 

      a llevar uno mismo- son los grandes desa-fíos en este tiempo que para

 

 

      todos es de descanso y en el que el adulto mayor debe tener claro que no

 

 

      podrá ver siempre satisfechas todas su necesidades.

 

 

      Una tiene que acomodarse al ciento por ciento, y si tiene una maña o hay

 

 

      cosas del sistema que no le vienen bien, arreglárselas solita, con

 

 

      prudencia.

Por ejemplo, si yo no como pan al desayuno y me gusta comer

 

 

      galletas, voy calladita, las compro y las comparto, pero sin que se note

 

 

      mucho; que no parezca que me estoy llevando el picnic, dice Sonia Lemm,

 

 

      quien se turna para disfrutar el verano con sus tres hijas, 31 nietos y un

 

 

      bisnieto.

 

 

      Otro aspecto importante que el adulto mayor debería conversar

 

 

      anticipadamente tiene que ver con los espacios físicos con que va a

 

 

      contar.

Saber dónde va a dormir, con quién y en qué lugar podrá dejar sus

 

 

      cosas es importante, y es un espacio que debe ser respetado por la familia

 

 

      porque el adulto mayor necesita cierto orden y no todos están preparados

 

 

      para improvisar, explica la sicóloga.

 

 

      A mí siempre me tienen pieza sola con mi baño y eso es una comodidad muy

 

 

      importante porque me da más independencia, dice Sonia Lemm.

 

 

      La independencia no sólo tiene que ver con los aspectos domésticos, sino

 

 

      con la posibilidad de dedicarse a panoramas propios, como salir a caminar

 

 

      solo, leer, juntarse con otras personas o simplemente quedarse en casa.

En

 

 

      ese sentido, es importante que los mayores participen en las decisiones

 

 

      respecto de las actividades y panoramas.

 

 

      El adulto mayor no es un hijo más de la familia.

Ésta tiene que comprender

 

 

      que sus necesidades son distintas, que es importante respetar sus opciones

 

 

      - si no quiere ir a la playa, a un espectáculo o si prefiere dormir una

 

 

      siesta en vez de salir- , sin sancionarlo con frases como "te trajimos

 

 

      para que salieras con nosotros" o "no te invitamos para que te quedaras en

 

 

      la casa", explica la sicóloga Paulina Readi.

 

 

      La especialista hace hincapié en que, en este sentido, el agradecimiento

 

 

      no puede transformarse en complacencia.

Muchos adultos mayores, por el

 

 

      hecho de haber sido invitados y no estar haciendo una contribución

 

 

      económica a las vacaciones, desestiman sus propias necesidades, dice la

 

 

      sicóloga Paulina Readi.

 

 

      Asimismo, es importante que el mayor conserve su autovalencia en las cosas

 

 

      que tienen que ver con su autocuidado, como, por ejemplo, en preocuparse

 

 

      de tomar sus medicamentos, y no delegue esta responsabilidad en los demás.
 

 

 

      La familia debe acompañar o apoyar, pero no cumplir una función

 

 

      reguladora, recalca la especialista.

 

 

      Transmitir la herencia

 

 

      Los expertos coinciden en que las vacaciones son un tiempo privilegiado

 

 

      para rescatar el rol de los abuelos.

Es el momento de reencontrarse, de

 

 

      compartir en lo cotidiano con otras generaciones y es una gran oportunidad

 

 

      para interactuar, dice el doctor Jorge Calderón.

En vacaciones aprovecho

 

 

      de ponerme al día con mis nietos, con sus experiencias del año, los

 

 

      estudios, los pololeos...

me retroalimento con ellos, dice Sonia Lemm.

 

 

      Es también un tiempo para dar y recibir afecto, y transmitir la herencia

 

 

      de la familia y sus orígenes a los niños.

Les gusta mucho que les cuente

 

 

      las historias familiares, les hago galletas o un queque típico mío y les

 

 

      enseño a prepararlo como una tradición.

Eso es realmente maravilloso.

Yo

 

 

      soy hincha de mis nietos, agrega Sonia.