En las vacaciones se produce una función compensatoria de los adultos mayores. Si, por ejemplo, fueron muy severos con sus hijos o no los escucharon suficiente, intentarán reparar esa carencia a través de los nietos.
En las vacaciones se produce una función compensatoria de los adultos
mayores.
Si, por ejemplo, fueron muy severos con sus hijos o no los
escucharon suficiente, intentarán reparar esa carencia a través de los
nietos.
Las vacaciones en choclón son una instancia óptima para fortalecer
vínculos.
Pero exigen una buena dosis de capacidad de adaptación y
tolerancia.
Quedan poco más de diez días para que terminen las correrías de fin de
año, y el veraneo se convierta en la primera prioridad.
A esas alturas
muchos adultos mayores habrán recibido invitaciones de hijos o sobrinos a
sumarse al choclón familiar para el descanso estival, una instancia de
distensión y agrado que, no obstante, acarrea desafíos, porque implica la
convivencia con distintas generaciones, una intensificación en las
relaciones familiares y cambios en las rutinas.
Para la sicóloga Paulina Readi, el adulto mayor debe plantearse varias
preguntas antes de adherir a un panorama de veraneo familiar.
Muchos son
abuelos de tiempo completo durante el año y quisieran en las vacaciones
desvincularse del cuidado de los nietos y tener espacios personales con
una amiga, un grupo de viajes para la tercera edad, o participando en
algún taller de verano, explica.
No obstante, no siempre lo dicen, y en
muchos casos incluso asumen nuevas responsabilidades, como quedarse
cuidando una mascota, mientras los hijos se van de vacaciones.
Evaluar si el verdadero deseo es formar parte del panorama conjunto es
clave.
De ser así, es importante tener en consideración algunos aspectos
prácticos.
El sicogeriatra Jorge Calderón destaca que, dado que los
adultos mayores no tienen la misma agilidad que las generaciones más
jóvenes - y que en algunos casos presentan limitaciones físicas o
patolo-gías- , es importante que consulten por las condiciones de acceso
al lugar donde pasarán las vacaciones y las posibilidades de recurrir a un
servicio médico en caso de presentarse una emergencia.
Otros aspectos importantes tienen que ver con las rutinas de cada día, que
se trastocan con la distensión veraniega.
A lo largo de la vida se
acumulan rutinas que con la edad son más difíciles de transgredir, como
los horarios para levantarse o acostarse, o los de las comidas; en este
sentido tiene que haber flexibilidad tanto del adulto mayor como de la
familia, dice Calderón.
El primero deberá entender que probablemente no podrá esperar compañía si
se levanta muy temprano, menos aún de los nietos que carretean hasta la
hora del queso.
Asimismo, la familia no debería exigir al adulto mayor que
almuerce a las cuatro de la tarde, lo que en el caso de los diabéticos,
por ejemplo, sería francamente perjudicial.
Por eso, como parte de los
preparativos de las vacaciones se deberían conversar con los hijos estos
aspectos y considerar rangos horarios o alternativas.
Pan o galletas
La flexibilidad, la tolerancia y la capacidad de adaptación - sin pasarse
a llevar uno mismo- son los grandes desa-fíos en este tiempo que para
todos es de descanso y en el que el adulto mayor debe tener claro que no
podrá ver siempre satisfechas todas su necesidades.
Una tiene que acomodarse al ciento por ciento, y si tiene una maña o hay
cosas del sistema que no le vienen bien, arreglárselas solita, con
prudencia.
Por ejemplo, si yo no como pan al desayuno y me gusta comer
galletas, voy calladita, las compro y las comparto, pero sin que se note
mucho; que no parezca que me estoy llevando el picnic, dice Sonia Lemm,
quien se turna para disfrutar el verano con sus tres hijas, 31 nietos y un
bisnieto.
Otro aspecto importante que el adulto mayor debería conversar
anticipadamente tiene que ver con los espacios físicos con que va a
contar.
Saber dónde va a dormir, con quién y en qué lugar podrá dejar sus
cosas es importante, y es un espacio que debe ser respetado por la familia
porque el adulto mayor necesita cierto orden y no todos están preparados
para improvisar, explica la sicóloga.
A mí siempre me tienen pieza sola con mi baño y eso es una comodidad muy
importante porque me da más independencia, dice Sonia Lemm.
La independencia no sólo tiene que ver con los aspectos domésticos, sino
con la posibilidad de dedicarse a panoramas propios, como salir a caminar
solo, leer, juntarse con otras personas o simplemente quedarse en casa.
En
ese sentido, es importante que los mayores participen en las decisiones
respecto de las actividades y panoramas.
El adulto mayor no es un hijo más de la familia.
Ésta tiene que comprender
que sus necesidades son distintas, que es importante respetar sus opciones
- si no quiere ir a la playa, a un espectáculo o si prefiere dormir una
siesta en vez de salir- , sin sancionarlo con frases como "te trajimos
para que salieras con nosotros" o "no te invitamos para que te quedaras en
la casa", explica la sicóloga Paulina Readi.
La especialista hace hincapié en que, en este sentido, el agradecimiento
no puede transformarse en complacencia.
Muchos adultos mayores, por el
hecho de haber sido invitados y no estar haciendo una contribución
económica a las vacaciones, desestiman sus propias necesidades, dice la
sicóloga Paulina Readi.
Asimismo, es importante que el mayor conserve su autovalencia en las cosas
que tienen que ver con su autocuidado, como, por ejemplo, en preocuparse
de tomar sus medicamentos, y no delegue esta responsabilidad en los demás.
La familia debe acompañar o apoyar, pero no cumplir una función
reguladora, recalca la especialista.
Transmitir la herencia
Los expertos coinciden en que las vacaciones son un tiempo privilegiado
para rescatar el rol de los abuelos.
Es el momento de reencontrarse, de
compartir en lo cotidiano con otras generaciones y es una gran oportunidad
para interactuar, dice el doctor Jorge Calderón.
En vacaciones aprovecho
de ponerme al día con mis nietos, con sus experiencias del año, los
estudios, los pololeos...
me retroalimento con ellos, dice Sonia Lemm.
Es también un tiempo para dar y recibir afecto, y transmitir la herencia
de la familia y sus orígenes a los niños.
Les gusta mucho que les cuente
las historias familiares, les hago galletas o un queque típico mío y les
enseño a prepararlo como una tradición.
Eso es realmente maravilloso.
Yo
soy hincha de mis nietos, agrega Sonia.