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Son el período más esperado, pero no siempre es fácil conciliar los deseos de todos

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Una guía para hacer frente a las sorpresas                    

 

Son el período más esperado, pero no siempre es fácil conciliar los deseos de todos
 
* Aconsejan planificarlas en forma realista, sin expectativas desmesuradas
* Cuando hay hijos de edades muy distintas, hay que organizar actividades variadas 
 
Falta mucho, falta menos, falta poco y finalmente llegan.

 

 

 

Son las vacaciones, el período más esperado del año.
 

 

 

"Sí, a menudo son idealizadas como la oportunidad del gran encuentro familiar, pero las idealizaciones con frecuencia desembocan en sentimientos de frustración, que generalmente ocurren cuando las expectativas en torno de algo son muy grandes", reflexiona la licenciada Norma Pollan, coordinadora del Equipo de Niños y Adolescentes del Centro Privado de Psicoterapias (CPP).
 

 

 

"Las vacaciones sirven para compartir lo que en muchas oportunidades no se puede el resto del año, pero así como para algunas familias es una circunstancia positiva, deseada y esperada, en otros casos representa todo lo contrario.

Por eso, según cómo funcione cada grupo familiar, el hecho de estar todos juntos puede ser fantástico o terrorífico", afirma la doctora Diana Kirszman, representante para Latinoamérica del Ackerman Institute for the Family, de Nueva York, y miembro fundadora de la Fundación Aiglé.

 

 

 

"Las vacaciones dan oportunidad para salir de la rutina, recorrer espacios, tiempos y estilos de relación novedosos.

Pero también implican un aumento desacostumbrado del tiempo de convivencia, que puede generar dificultades", dice la licenciada Irene Loyácono, directora del Centro de Terapias con Enfoque Familiar (CeTEF) y ex presidenta de la Sociedad Argentina de Terapia Familiar.

 

 

 

Para la licenciada Stella Maris Rivadero, coordinadora docente del Curso Superior Clínica Psicoanalítica de Pareja y Familia del Centro Dos, las vacaciones son un tiempo en que es posible distenderse, cortar con la rutina y reencontrarse con uno mismo y los otros miembros de la familia, pero "no conviene esperar que se solucionen todos los conflictos".
 

 

 

Los desafíos

 

 

Las vacaciones en familia demandan una buena planificación, justamente para prever una cantidad de opciones que atiendan a los intereses de cada integrante del grupo.
 

 

 

"Hay maneras de compartir buenos momentos en familia -asegura la doctora Kirszman, que es coordinadora docente de la Carrera de especialización en Psicoterapia Individual y Familiar de la Fundación Aiglé-.

Una opción es recurrir a actividades deportivas o hobbies que integren a todos.

Pero cuando los hijos tienen diferentes edades, no siempre es tan fácil compatibilizar el esparcimiento.

Si hay adolescentes, es muy probable que quieran dormir cuando el resto de la familia no.

En esos casos, los adultos deberán ser flexibles, si no las vacaciones serán una guerra permanente."

 

 

Irene Loyácono afirma que, sin la presión del trabajo, "los padres pueden poner en juego los aspectos más lúdicos de su personalidad, y al pasar más tiempo con sus hijos, gestar experiencias nuevas y enriquecedoras para el vínculo paterno-filial, que pueden convertirse en recuerdos que los chicos atesoren toda la vida".
 

 

 

Sin embargo, la psicóloga llama la atención acerca de padres desprevenidos, especialmente cuando tienen hijos chicos, que se van de vacaciones creyendo que gozarán de un descanso compensatorio de todo un año y "en cambio tienen que ejercer de padres full-time, sin contar con las ayudas de todo el año: los abuelos, la guardería, el personal de apoyo.

¿O quién no ha visto a padres frustrados, maltratando a sus críos en los lugares de veraneo?"

 

 

Norma Pollan afirma que los adultos deben transmitir a sus hijos que también ellos tienen necesidad de descansar y divertirse.

"Todos tendrán que ceder algo -recomienda-.

Por ejemplo, que uno de los padres se haga cargo de los chicos mientras el otro pasea, y después intercambiar la tarea ".

 

 

 

"Hay que animarse a disfrutar de aquello que a cada uno le gusta por separado -recomienda la licenciada Stella Maris Rivadero-.

Las vacaciones en familia no implican estar todo el día pegados o pegoteados.

Eso no suele ocurrir en la vida cotidiana.

¿Por qué habría de pasar en este período?"

 

 

Y, contra lo que podría creerse, la licenciada Pollan recomienda detener la marcha de los días y proponer una reunión si el clima no es el adecuado o alguien no se siente bien.

"Siempre es buen momento para hacer un giro que facilite el placer de todos", aclara.

 

 

 

La licenciada Rivadero recuerda, por otra parte, que si bien las vacaciones en familia brindan una excelente opción para redescubrir a la pareja y los hijos, "a quienes a menudo la rutina y las demandas laborales impiden ver y acompañar, constatando y asimilando sus cambios", según dice, "no siempre este reconocimiento es agradable y a veces puede convertirse en un tiempo de desencuentro, que quizá no resulta muy agradable".
 

 

 

Sin embargo, ese desencuentro puede alumbrar nuevas certezas, asegura la psicóloga "si ese tiempo de relax nos permite preguntarnos qué queremos de nosotros o de nuestros hijos y replantearnos si estamos obrando realmente según lo que deseamos".
 

 

 

Para Norma Pollan, la agenda del día no tiene por qué incluir actividades especiales todo el tiempo.

"Son los pequeños momentos compartidos -dice-, sin exigencias, los que más a menudo forman parte de la historia familiar y se recuerdan por años, muchas veces con una sonrisa dulce y cómplice..."

 

 

Las propuestas

 

 

Los sí
* Planificar sensatamente el lugar, las comodidades, los horarios, las actividades, el presupuesto y tener en cuenta, dentro de lo posible, las edades y los gustos de cada uno.

 

 

 

* Realizar acuerdos explícitos con todos y cada uno de los integrantes del grupo familiar sobre derechos y obligaciones a atender durante este período.
 

 

 

* Estar abiertos al azar o a las contingencias para adaptarse a las situaciones que se presenten.
 

 

 


Los no
* No forzar situaciones ("tenemos que ir todos juntos") ni adaptarse a los requerimientos de un solo miembro de la familia.

 

 

 

* No creer que las vacaciones compensarán del cansancio o el sacrificio de todo el año: cuanto menos expectativas fabulosas haya, menos presión se sentirá.
 

 

 

* No soñar con grandes romances entre los padres durante las vacaciones en familia, y mucho menos si se ensamblan hijos de varios matrimonios.